En Palermo, los caballos viajan en business

La logística de traslado los días de partido se ha ido perfeccionando; se busca reducir al mínimo cualquier contingencia que pueda perjudicarlos; curiosidades de un trabajo que empieza bien temprano. Por Alejo Miranda 27 de Noviembre de 2012

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Domingo, 3.30 AM. El silencio que reinaba en la noche debe ceder paso a los primeros trabajadores del nuevo día. Es la hora en que comienza la preparación de los caballos que, más tarde, entrarán en acción en el Campo Argentino de Polo, en Palermo. Un largo día comienza para quienes serán los protagonistas de una jornada que terminará cuando ya caiga la noche y esté de nuevo cada uno en su confortable caballeriza. 

La logística del traslado de los caballos a Palermo los días de partido es un arte que se viene ejercitando hace años, pero que cada vez adquiere mayor grado de sofisticación. Ningún detalle puede quedar librado al azar. En juego están las máquinas en las que los jugadores depositan gran parte de sus posibilidades. 

Cada uno lleva entre 10 y 14 caballos por partido, de los cuales utiliza entre seis y diez, y seis o siete petiseros para realizar todas las tareas. "El día empieza a las 3.30. Se les da de comer y una hora después se los varea durante 15 o 20 minutos", cuenta Ricardo Aníbal Force, más conocido por todos como "Zorrino", jefe de petiseros de Gonzalito Pieres y que también supo acompañar a Gonzalo padre y a Adolfo Cambiaso. Por varear se entiende ejercitar al caballo mediante caminatas o trotes para que lleguen en el mejor estado físico posible al partido. 

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Después descansan hasta que, alrededor de las 8, comienzan a enlistarse para la acción. Se los cepilla para que queden impecables y se los vuelve a guardar en los boxes, donde reciben el control del herrero y del veterinario. Luego se los enmanta y se les pone una trompeta para que no muerdan y protectores en las patas y en la cola para evitar cualquier roce que los pueda lastimar. Alrededor de las 10, la tropilla está lista para partir. 

"La idea es estar en Palermo dos horas antes del inicio del partido, así que si jugamos el segundo partido salimos a eso de las 12", explica Guillermo Valent, coordinador de todo el equipo de Cambiaso. A su cargo están también los montados de David Stirling: en total, traslada unos 24 caballos por partido. "Tenemos un camión propio y un tráiler prestado", aclara. 

Los camiones para trasladar caballos son similares a los que se utilizan para el ganado, pero la jaula es más ancha y más alta. No todos tienen el suyo propio y el alquiler de uno se eleva a unos $ 3000 por partido. Ellerstina, por ejemplo, tiene un solo camión, que usa Facundo Pieres, y alquilan otros dos para los caballos de Gonzalito y Nicolás. Otros tienen tráiler, que es un acoplado que se engancha en la parte de atrás de la camioneta y tiene capacidad para 10 o 12 caballos. 

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"Los caballos se ubican uno al lado del otro todos mirando para el mismo lado y bien espaciados con separadores para que no se lastimen entre ellos", detalla Diego Miranda, petisero de Francisco de Narváez, que también tiene camión propio. 

Atahualpa Alonso, quien cumple la doble función de petisero de Sebastián Merlos y chofer de la pick-up que lleva el tráiler con los caballos, agrega más detalles: "Hay caballos que tienen más afinidad con unos que con otros y se los ubica juntos. Y si hay un padrillo, se lo pone entre dos caballos, o con un metro de separación con una yegua. Si no se vuelven locos." 

Ya en los palenques, se los camina un poco, se los ensilla, se los venda y están listos para jugar. "Cuando termina el partido, después una exigencia grande, lo ideal es subirlos rápido al camión para que estén lo antes posible en las caballerizas, donde se les da comida para que tengan toda la noche", agrega Clemente Zabaleta, manager de Alegría. Como ex jugador del Abierto, puede dar cuenta de los cambios en la logística de los caballos: "Los avances desde la época en que yo jugaba son impresionantes. Antes en un mismo camión se metían los caballos de dos jugadores, con el riesgo que eso implicaba. Ahora hay protectores de nylon y neoprene para que no se lastimen. Siempre se cuidó al caballo, pero cada vez más. Hoy se lo trata casi como al mismo jugador". 

Un criador particular 

Martín de Narváez, hermano de Paquito, tiene cuatro caballos que juegan el Abierto; le presta Angie a su hermano; Miami y Milu, a Pablo Mac Donough, y Campari, a Alejandro Muzzio. Se ocupa del traslado y sólo se las cede para jugar y para una práctica. 

www.canchallena.com.ar

Carlos BastosComment